No quería escribir sobre el tema... pero hay algo dentro que lo pide, que lo exige.
La penúltima vez que lo ví era miércoles. Estaba alegre, como cada día. Debíamos compartir una actividad de trabajo o mejor dicho, extra laboral, pero de esas que no son "extra", justamente entre comillas.
Hablábamos de la exigencia de los jefes, de cómo debía uno sacrificar tiempo propio, a la familia por satisfacer a sus superiores y en pos de un futuro mejor.
La útima vez que lo vi fue jueves. Andaba encimismado en cosas de trabajo pero aún así tenía tiempo para sus sonrisas habituales. De hecho, arreglamos que la semana siguiente resolveríamos varias cuestiones laborales.
Por la tarde me envío un mensaje de texto al móvil que decía: "tengo la llave de la blibioteca, decime por donde paso a dejartela".
Con la confianza de que la vida, Dios, el Universo, o quien o qué sea en lo que creas, permite que las buenas personas y las buenas energías permanezcan, le respondí: "dejá, paso mañana por la oficina, si la tenés vos me quedo tranquilo".
El viernes por la mañana me quedé dormido. Cuando desperté primero que pensé fue "debo ver a Fernando...". Luego de mirar la hora en el móvil lo siguiente que vi fue un mensaje de nuestra jefa: "Chicos lamento informarles que Fernando y su familia tuvieron un accidente y fallecieron".
Quedé helado. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.
La primer persona que debía ver en el día había fallecido.
Pero no era cualquier persona. Era un excelente persona, un maravilloso compañero, de esos que derrochaban chistes, humoradas y sonrisas... aún sin tener un buen día.
Una muy buena persona y por lo que uno lo oía hablar, mejor padre y esposo.
Este es un lugar chico, de no haber sido así, lo hubiéramos sabido también.
La circunstancias de su muerte será un número más en las estadísticas pero para nosotros... o para mí, será algo más.
No solo por el cariño que le teníamos cada uno de sus compañeros, sino por la charla, circunstancial, que habíamos tenido dos días atrás. Aquella que exponía el ritmo y el cansancio que exponía debido a la demanda de tiempo por parte del trabajo y también por parte de su familia.
Su familia, compuesta por su mujer y su hijo de un año y medio.
Las fotos muestran que el choque fue tremendo. Era imposible que se salvara alguno de los tres. Y el consuelo que nos queda al resto es justamente ese, saber que se fueron los tres juntos y que ninguno tuvo que soportar vivir sin los otros.
Se llamaba Fernando.
Tenía 38 años.
Suponemos que debió distraerse o quedarse dormido, a tan solo 30 kms de llegar a destino. Nunca lo sabremos.
Pero lo queríamos. Lo queremos. Y lo extrañamos, a pesar de que tan solo hace unas horas que se fue.
Algunos conociéndolo mucho, otros no tanto.
Sin embargo era un compañeros de trabajo que nunca dejaba de hacer chistes, humoradas. Que se mostraba fieles a sus amistades pero por sobre todo, devoto de su familia.
Así lo recordaremos.
Así lo extrañaremos.
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Franco Giardina
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